Mientras la crisis económica mundial se profundiza, los ricos de las patronales, los ricos del gobierno y los ricos de la burocracia sindical, se pelean por  pedacitos de poder en las próximas elecciones que les permita quedarse con una porción de torta más grande. Claro está, que la torta que se reparte no es otra que la que cocinamos a diario millones de trabajadores y todo un pueblo.
Lo que  tienen bien en claro todos ellos y a la vez los une de un mismo lado, es que quieren ser ricos para siempre y,  por lo tanto, quieren descargar todo su despilfarro en nuestro lomo, quieren que les sigamos pagando su fiesta con el hambre de nuestras familias.
En todos los conflictos en fábricas y empresas, los “señores” que mencionamos más arriba nos vienen torciendo el brazo. En Paraná Metal, General Motors, Acindar, Mahle, Ruedas EB y tantas otras fábricas y empresas comerciales y de servicios, los trabajadores perdimos puestos, salarios y derechos de todo tipo. Y si esto es así no es porque ellos sean mejores que nosotros. Debajo del traje o el mameluco de falso obrero que siempre se ponen, hay parásitos que viven a costilla nuestra. Nadie que viva del trabajo ajeno puede ser mejor que nosotros. Nosotros somos los que les pagamos no sólo sus autos, sus casas, sus lujos o la universidad de sus hijos, sino también el tiempo que usan todos los días para pensar y ponerse de acuerdo en sus despachos y oficinas cómo jodernos la vida, cómo sacarnos siempre un poco más. Y si esto pasa es porque todavía no hicimos lo que mejor sabemos hacer, mucho mejor que manejar un torno, soldar o manipular una máquina compleja. Y lo que mejor sabemos hacer es LUCHAR. Nosotros los obreros, siempre que luchamos, fuimos la punta de lanza de las esperanzas de todo el pueblo de terminar con la injusticia. Cuando nosotros luchamos, el burócrata que habla lindo no nos engaña. Cuando nosotros luchamos, al gerente pituco y al capataz buchón los metemos en una pieza y ya no mandan más. Cuando nosotros luchamos, al político versero que promete jardines de flores y planta ortiga, lo echamos a patadas con toda su policía. Y a la vez, cuando nosotros luchamos, tenemos detrás nuestro a los estudiantes, docentes, intelectuales, artistas y todo un pueblo que nos apoya.
Por todo esto, es fundamental para nosotros, como obreros y trabajadores, que discutamos  qué vida queremos tener, qué vida queremos darle a nuestros hijos. No podemos seguir entrando al almacén contando chirolas y saliendo con la cabeza a gachas.
Estas palabras que escribimos en nuestro primer boletín tienen que salirse del papel y transformarse en organización y lucha. Los de arriba se pondrán nerviosos. Los de abajo haremos otro futuro.