La figura del CHE amenaza con tantas verdades al Sistema Capitalista, que la burguesía mundial se ha visto y se ve empujada a encuadrar a este revolucionario dentro de límites que neutralicen el peligro de su ejemplo. De este modo, un enemigo fervoroso del Capitalismo es presentado como el prototipo a seguir para hacer de este un sistema más “humano”. Para los gobiernos de los ricos, seguir la senda del CHE debe encontrar su correlato en un Capitalismo más bueno.
Sin embargo, nadie como el CHE nos han enseñado a los trabajadores que para ser realmente humanos y dejar de ser mercancías, para forjarnos como nuevos hombres, es condición inevitable destruir al Capitalismo. De ahí que sea un pequeño acto de justicia, afirmar que el CHE Guevara es enorme, pero no para todos. Se torna imprescindible, en un mundo donde nos viven expropiando derechos, resistir a la expropiación de un prócer de todos los explotados. Es tarea ineludible, apropiarnos del CHE. Simplemente, porque así estaremos haciendo justicia. Porque no hay nada más unido a fuego que el deber histórico de la clase obrera y el ejemplo del CHE.
Quién puede negar que nosotros, la clase obrera, somos la clase productora, que en cada fábrica del mundo, donde padecemos la superexplotación, somos nosotros los que transformamos la Naturaleza en riquezas. Quién puede, sin mentir descaradamente, negar que como clase, aportamos lo imprescindible para que este sistema de hambre funcione: nuestra fuerza de trabajo. Quién mejor que nosotros, como clase mundial en su conjunto, conoce las penurias a las que estamos sometidos dentro la fábrica, y cómo a pesar de ello nuestras vidas no son recompensadas por ese esfuerzo del que se apropian nuestros patrones. En fin, quién puede ser tan canalla de negarnos que hay una clase parásita, que se hace rica sin producir, y que esa clase se llama Burguesía.
Esto, compañeros, aunque intenten deformarlo, nos trae inevitablemente al CHE y a su lucha inclaudicable por la Revolución Socialista a nivel mundial. Nadie como él nos enseña que la coexistencia en una misma sociedad de dos clases tan irreconciliables como lo son la clase obrera y la burguesa, es imposible a menos que la primera se resigne a la esclavitud. Nadie como él, nos explica con su acción y su palabra que la solidaridad es entre trabajadores, y que nosotros somos una clase mundial y que por ello estamos unidos a los trabajadores de todo el mundo, y enfrentados a los patrones de todo el mundo, aunque hoy nos reciten lindas frases sobre la conciliación de clases y sobre el ser nacional. El CHE entendía muy bien esto, y mejor aún, que la madre de todas las burguesías es el Imperialismo yanqui que desparrama a sus patrones por los cinco continentes en busca de mano de obra para súper explotar. El mismo imperialismo que combatió el CHE asesina hoy en día despiadadamente a los pueblos que resisten. Y es nuestra tarea continuar su ejemplo, resistir y luchar hasta la ofensiva final que barra tanta injusticia.
Aunque levanten estatuas en su nombre intentando arrebatarle el fusil que nos legó. Aunque cuelguen un cuadro con su foto en el salón de sus patriotas en la Casa Rosada. Ni utópico, ni romántico, ni poeta, ni aventurero. No nos dejaremos engañar, el CHE fue un GUERRILLERO.
A 44 años de su caída en combate, nada mejor que comenzar a fijarnos el noble objetivo de alcanzar el poder. En cada paso que demos hacia ese horizonte de lucha, el CHE volverá a nacer una y otra vez.