De nada vale celebrar la alegría y el canto, si a esta hora exactamente hay un niño en la calle…
(Armando Tejada Gomes)
“Relevamiento cualitativo del trabajo infantil y adolescente en Santa Fe” es el nombre de la investigación que realizo el gobierno junto a la Universidad Nacional del Litoral y la oficina Argentina de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) presentación que se enmarca en el “Día mundial contra el trabajo infantil”.
Paradójicamente los mismos que nos hacen pobres, que hacen leyes contra nosotros , que nos explotan, nos dejan en la calle, sin trabajo, que explotan a nuestros hijos y benefician a las empresas que nos explotan; rodeados de sociólogos, psicólogos y demás profesionales inclinados a favor de los ricos, universidades y otras yerbas; largan datos y cifras alarmantes sobre el trabajo infantil (como si no fue ran los culpables de esta situación). Todo esto va acompañado de exposiciones, folletería, murales donde podemos ver como desde muy pequeños nuestros hijos son carne de yugo. Todo este souvenir solo para que tomemos conciencia del problema, como si no lo sufriéramos en carne propia.
Mientras los hijos de los patrones, gobernantes y ricos disfrutan su niñez y conocen el mundo, tienen asegurada su salud, educación, alimento y vestimenta, llegan a las universidades y se convierten en ingenieros, abogados, arquitectos, etc; todos exitosos, que luego serán jefes, patrones, que se casaran y tendrán hijos que serán felices, porque su felicidad se sostiene con la sangre y sudor nuestro y de nuestros niños.
En nuestras manos esta la decisión de cambiar esta situación, de acabar con la miseria, de no permitir mas que nuestros hijos sean pagina en los diarios y televisión, muertos por la contaminación en las cosechas donde apenas ya pueden caminar se convierten en trabajadores, postrados en los hospitales o muertos por desnutrición, juntando basura o cartoneando, trepándose a trenes y colectivos para vender, durmiendo en las calles, ganándose la vida y también perdiéndola en manos de la policía. Es nuestro deber acabar con los ricos, dar vuelta la tortilla que los pobres coman pan y los ricos mierda mierda.
Del poeta y militante Miguel Hernández* reproducimos este poema que es un testimonio vivo y plenamente vigente de la explotación infantil:
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
Y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombre jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
Y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombre jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
*Nacido en Orihuela, España, en 1910 y muerto el 28 de marzo de 1942 en la cárcel cuando apenas contaba con 31 años de edad, a manos del fascismo. Miguel supo graficar en sus poemas el sufrimiento y las luchas de su pueblo. El mismo conoció en carne propia el maltrato y la explotación de niño. Cuido rebaños y realizo tareas de obrero agrícola Los grandes poetas contemporáneos, de distinta extracción social, lo llamaban “el pastorcito”. |