El distanciamiento entre los que más tienen y los que sobreviven a duras penas sigue su curso. Como cura que bendice en su misa, el “derrame” de la copa de los ricos es una salpicada grosera que no alcanzamos ni a oler. Siguiendo esta misma lógica, los socialistas truchos del gobierno de Binner ofrecieron, como quien tira un hueso pelado a un perro, 7% de “aumento” salarial a los docentes y trabajadores estatales para el año en curso. La respuesta no se hizo esperar y así fue que casi al mismo tiempo en que los reyes montaban sus camellos, la provincia entera se empapeló de “ESTAMOS DE PARO”.
El rosario del gobierno no paraba de repetir “no hay plata” mientras que desde el colectivo o la bicicleta, los trabajadores veíamos las 4x4 agolparse en los portones de salida de las concesionarias. Y es que en la iglesia socialista se enseña que si bien el Dios Binner es bueno y generoso, existen seres perversos (en este caso el peronismo) que obran contra su voluntad. Así llegamos, arrastrados incluso como rebaño, a la principal maniobra del Frente Progresista Cívico y Social en la legislatura provincial, a la cual la apóstol Sonia Alesso mostró su particular devoción. El gobierno provincial depositó la resolución del conflicto en esa cueva de inquisidores llamada Legislatura. Y allí fueron los fieles de la traición Maguid, Hoffman y Alesso a aportar su diezmo de entrega a los trabajadores. ¿Qué podía salir de todo esto? No otra cosa que menos salud, educación y trabajo para el pueblo. La Santa Biblia del gobierno y la oposición enseña que los bolsillos de los trabajadores y el pueblo están para hacerlos sangrar mientras que el de sus amigos industriales, agroexportadores, comerciantes y financistas, debe engordar.
El sacerdote Angel Sciara pretendía abusar de nuestra inocencia mostrándonos los números en rojo de sus arcas, que sólo para la ocasión y por ser sus propios números, no eran ateos sino occidentales y cristianos.
La ministra de educación Élida Rasino y su monaguillo Jorge Márquez nos “explicaban” que los trabajadores no entendíamos el mensaje y que el problema, no era que quieran mantenernos con salarios de hambre, sino que el problema era de “comunicación”.
Olvidando que el peor pecado para un mortal es hacerse pasar por ángel, el senador Juan Carlos Zabalza se levantó del recinto al votarse por unanimidad el ajuste a los trabajadores, sentenciando que “la verdad es que los que ganan más son los que siguen poniendo menos”, en una impostura que sólo buscaba salvar su maltrecho prestigio personal. Por su parte, Poncio Pilatos, reencarnado en el senador Lamberto, afirmó que “el PJ eligió proteger a 90 empresas y perjudicar a 3 millones de santafesinos”, calificando la ley aprobada, por él mismo, como “una perversidad”.
Cualquier buen samaritano hubo de preguntarse si los socialistas de cartón tenían alguna otra alternativa. Y la respuesta es que sí. El gobierno que se presume del “cambio”, pudo apoyarse en los trabajadores y decirle a Spinozi, Mercier y compañía que no negociaría nada y que no convocaría a paritarias hasta que la reforma impositiva no esté aprobada. Pero como los intereses de clase que representan son uno sólo, el gobierno se apoyó en el hombro de la burocracia para apoyar su bota sobre nuestras cabezas.
El recurso de la victimización del gobierno es una vieja y recurrente mentira que ya conocimos de la “Alianza” de De La Rúa con su famosa “herencia recibida”. La teatralización del gobierno mostrándose como cristo crucificado esconde que tanto unos como otros están predicando para que la crisis de la que son responsables la paguemos los trabajadores. Como seguidores de la Palabra del Señor (un señor rico, lleno de plata), quieren que nos resignemos para expoliarnos sin que haya lucha. El único objetivo y razón suprema para que hayan llegado a ese acuerdo, fue levantar el paro. Ninguna solución ofrecieron. Los aumentos acordados en paritaria no resuelven y, por el contrario, agravan la situación de los trabajadores.
De esta manera, gobierno, oposición, capitalistas y burócratas sindicales, garantizan la paz social, la paz romana; que no es otra cosa que la paz de los cementerios.
Pero los trabajadores demostramos una voluntad de lucha como hacía años no se daba. Y a pesar de la burocracia traidora que nos sirvió en bandeja, NINGÚN COMPAÑERO, PERO NINGUNO, quedó conforme con el mendrugo simulado de “aumento”. Se impone por lo tanto, la organización del descontento para reiniciar y profundizar el plan de lucha. Y si la revelación del gobierno es seguir manteniéndonos pobres y nosotros respondamos amén, la nuestra será REVELARNOS contra todo ello a sabiendas que la única iglesia que ilumina, es la que arde.
En el nombre del Paro
Abril 29th, 2010
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