LA DERECHA ESTÁ EN LOS QUE HAMBREAN AL PUEBLO.
La
capacidad de la maquinaria Kirchnerista para dirigir el Estado
Burgués radica en su habilidad de origen para leer las
circunstancias que elevaron al cielo al gobierno de la Alianza. Así
por ejemplo, la asociación empresaria Madres de Plaza de Mayo que
acostumbraba ver la Rosada desde la vereda de enfrente fueron
recibidas por el difunto que les acercó su oreja y, acto seguido,
arrimó la billetera. “Es la primera vez que las madres somos
recibidas por un gobierno” arengaba Pastor de Bonafini. La
referencia de aquellos tiempos no es ociosa. Detrás y delante de
ellas, una pléyade de organizaciones otrora de resistencia,
recorrieron el camino de hormigas.
La relación de clases en
sociedades como la argentina determina la fuerte impronta de la
clase
media en la dirección política de organizaciones populares. Los
an-ti-ne-o-li-be-ra-les pequeñoburgueses, siempre acomodaticios,
oportunistas y hasta cobardes, encontraron en el gobierno nacional
la
posibilidad de hacer política sin que nada les cueste, sin que
tengan que disponer ni uno solo de los sacrificios de los que
hablaba
el Che si lo que se pretende es liberarnos de la opresión. Los
chamanes de “lo posible” despliegan todo su pacifismo
conciliador en cuanta lucha se presenta para torcer el brazo de los
trabajadores a favor de su gobierno.
El “progresismo”
que enaltecen de los discípulos de Perón sólo es posible en una
comparación propagandística hasta el hartazgo con Macri, Duahalde,
Pando o Herrera de Noble. “Es esto o la derecha más dura”
amenazan servilmente como si los destinos de la humanidad radicaran
en las manos de Cristina. Pero lo cierto es que hasta el propio
Pinocho Duhalde, entre escandalizado, sorprendido y admirado, llama
mentiroso al gobierno. Sus largas décadas de caudillo no le
alcanzaron para verlo todo: mientras él tuvo que abandonar su
mandato por el asesinato de Darío y Maxi, el Kirchnerismo se carga
la vida de Mariano Ferreira y todo sigue como si nada.
Paralelamente,
la impotencia de todo el arco opositor (radicales, socialistas,
peronistas, y sus vertientes) se agiganta por no tener un mejor plan
de acumulación capitalista con una relativa paz social como
garantiza Cristina a la burguesía local e imperialista.
El apoyo
progresista al gobierno, o a la imagen construida artificialmente
del
mismo, se funda en la idea de que “reparte”, “distribuye”
o “atiende” los problemas sociales. El “acortamiento
de la brecha social” que tanto pregona Cristina en sus
discursos día por medio tiene la magnitud que separa a un pobre
salteño de vivir en Puerto Madero. Millones de trabajadores con
salarios que no cubren ni media canasta familiar, jubilaciones
miserables, una inflación galopante que carcome los bolsillos,
desocupación, universidades vacías de hijos de obreros y llenas de
negociados con empresas y Estado, entre muchas otras cosas, desafían
los bellos discursos oficiales. Medidas como la Asignación Familiar,
que se presentan como parte de una política de “inclusión”, no
hacen más que ratificar ad eternum el modelo de exclusión y
pobreza, a la vez que subordinan al pobrerío para sus fechorías
políticas. Los números extraordinarios de los logros económicos
que exhiben, “récords”, “históricos”,
reafirman la certeza de que esto es todo lo que están dispuestos a
dar. Es decir, coincidimos con los sostenedores del Kirchnerismo,
sin
ironía alguna, que este es el mejor gobierno burgués al que podemos
llegar a aspirar los trabajadores. Pero la vida es una cosa muy
buena
para malgastarla por tan poco. Depende de nosotros que cuestiones esenciales como educación, trabajo, salud y vivienda dejen de ser sólo promesas electorales.
Este gobierno de empresarios políticos y sindicales no se sostiene
por el carisma de sus dirigentes, los discursos convincentes y ni
siquiera con el apoyo de la mafiosa CGT y la obsecuente CTA. Esas
cosas no convencen al que se muere de hambre y ya no tiene nada que
perder. Los gobiernos se sostienen con la esencia del Estado que es
la represión. La creación del Ministerio de Represión con Garré a
la cabeza y 6.000 gendarmes matapueblo en Provincia de Buenos Aires
es sólo un ejemplo y continuación de las leyes Blumberg y
Antiterrorista aprobadas con Néstor en pleno ejercicio de sus
facultades. El claro objetivo al que va destinado todo ello es el
pobrerío por el que dicen conmoverse, los trabajadores en lucha y la
izquierda “marginal”. El patrón lo marca Terrabusi,
subtes, Soldati, Albariño o Mariano Ferreira.
En síntesis, que
no nos vengan a decir que la derecha está en otro lado. La derecha
está en los que hambrean al pueblo y cuando éste se revela no
tienen otra respuesta que cárcel, palo y bala. Lo que tenemos que
tener bien en claro los trabajadores, es que los gobiernos para
ricos
están para ser volteados hasta que pongamos el de los trabajadores.
Ninguna
concesión
a ellos, ni la más mínima cuota de confianza.
Organización y lucha para enfrentarlos!.