Muchos nos acordamos de Ciciliani, actual diputada y antes, la segunda en la Secretaría de Trabajo de la Provincia. Dijo hace unos meses: “las cosas se resuelven cuando se prioriza el bien común, cuando se prioriza mantener una empresa en pie, cuando se prioriza mantener un Estado en pie, cuando se prioriza el interes de los trabajadores sin que una empresa se cierre, cuando se prioriza el interés de los ciudadanos sin que el nivel del Estado se vea perjudicado. Y para esto tenemos que ceder parte de nuestras posiciones todos, tanto el sector provincial como el sector nacional. Sino no hay posibilidad de consenso. La solución llega cuando se puede llegar a un acuerdo en el que ninguna de las partes se vea perjudicada”. (DERF Noticias 29/03/10).
Para reafirmar esta posición, su jefe Binner dijo a principio de este mes en la inauguración de una fábrica de espumado: “a pesar de tantas dificultades, los empresarios no han bajado los brazos y siguen creyendo en el presente, en la Argentina, en la provincia, y que en la producción y el empleo está la fortaleza para lograr una Santa Fe mejor” (En Internet: Diario “El Santafesino” 08/05/10).
Estas palabras definen el pensamiento y la práctica de los funcionarios del Estado sobre cómo se resuelven los problemas que fundamentalmente afectan a los trabajadores. Ellos piensan en “mantener una empresa en pie, mantener el Estado en pie” y los trabajadores son algo secundario, meros “recursos humanos” que como otros recursos se consiguen, se usan o se desechan; “recursos” que para ellos no difieren más que en la composición química de otros recursos, como la materia prima, sea cemento, grano o chatarra que va a parar a la fundición. Porque a pesar de declamar “priorizar el interés de los trabajadores sin que la empresa cierre” o“en la producción y el empleo está la fortaleza para lograr una Santa Fe mejor”, a los trabajadores no los mantuvieron “en pie”, más bien, como se dice, los acostaron. Si alguien cree que no es así vayamos a preguntarle a alguno de Paraná Metal lo que significa para la familia obrera cobrar el 70% de un sueldo pelado al que ya se comió la inflación desde el inicio del conflicto.
La mujer esta dice que deben ceder todos, pero acá está claro que justamente el único que no puede permitirse ceder –porque en ello le va la vida- fue obligado a hacerlo. No podemos engañarnos al respecto y no podemos permitir que nos engañen. Miremos un ejemplo claro: en Mahle quedaron todos despedidos (mediante distintos mecanismos, pero afuera como la empresa quería) con la ilusoria promesa de retomarlos en cuanto a la patronal se le antoje que debe poner la planta en marcha según su estricta conveniencia. Las últimas novedades son que hay 40 trabajadores dentro de la fábrica, y que de esos 40 sólo 7 son ex obreros de Mahle (Rosario/12 27-05-10). Vale recordar que fueron 500 los despedidos.
Esta lógica se repite en cuánto conflicto hay. En este esquema el trabajador existe según los requerimientos del mercado, es decir, que el sistema capitalista se encargó de imponer que las empresas pueden ocupar y desocupar según sus necesidades de producción, y el tiempo que pudiera haber entre uno y otro negocio, el trabajador debe estar a la expectativa, privado en todo caso de su único derecho dentro de este sistema, es decir, vender su fuerza de trabajo. Las leyes sociales que impusieron en alguna época la estabilidad del mismo, van siendo destrozadas una a una y ejemplos de eso sobran, porque además de privar de derechos al trabajador, los capitalistas lo escriben como leyes, Contratos de Trabajo, la Flexibilización, la supresión hasta del seguro por medio de las ART y muchas más.
Hay que reconocer en los empresarios una clase de explotadores a los que no les importa ni uno solo de nuestros dramas cotidianos y ni negarlo ni engañarse con “las buenas patronales” que supuestamente nos hacen el “bien” de emplearnos. Nada es por nosotros sino por su conveniencia.
Por eso no compartimos –y lo hemos dicho en todo momento- lo que dijo meses atrás un delegado de Mahle, que frente a la eterna postergación de la reapertura de la planta reflexionaba: “No creo que se justifique la espera pero habrá que ver cómo quieren tener la fábrica- observó Maldonado- si la quieren hacer arrancar con todo, capaz que este justificada” la espera.” (Rosario3 30/03/10). ¿Cómo que “capaz que se justifica la espera”?, cuando en el mismo momento que le hacen el reportaje reconoce que “Mientras tanto, los ex empleados de Mahle, deben mantener sus hogares a través de las indemnizaciones recibidas “y con changas”.
Para entendernos bien: “mientras tanto” es la vida que tenemos. No se puede comerse el odio y seguir viviendo al “mientras tanto”.
Y hace unos días el mismo Maldonado, ante las últimas novedades declaró que cuando se firmó el traspaso de la planta, el titular de Kim SA, Jorge Basualdo, "también se había comprometido a arrancar la fábrica con 150 empleados, por eso calculamos que en poco tiempo el resto de los trabajadores que fuimos despedidos estaríamos trabajando". Y agregó que "hay gente que está complicada, que se tuvieron que poner un kiosco, la verdad que a muchos de ellos Mahle les arruinó la vida"(Rosario/12 27-05-10).
Entonces, si hay trabajadores que tienen que vivir a duras penas con un kiosquito hasta que le de el cuero y hasta que le alcancé la indemnización, ¿cómo es posible que se hagan cálculos sobre cuándo volverán adentro de la fábrica, solo porque “el patrón se había comprometido”?. Si nos quedaba alguna duda, la crisis nos está demostrando de la manera más cruda que con lo único que se comprometen los capitalistas es con sus ganancias. Con nada más.
Y como broche, para despejar el camino de dudas, apareció Antonio Caló, el secretario general de la UOM, quien para resumir, fue el responsable de firmar el Acta Acuerdo de Paraná Metal que tranquilamente podría llamarse “Acta de defunción de los obreros de Paraná Metal”. Lo que dijo este encumbrado enemigo de la clase obrera es que "lamentablemente nosotros queríamos en esa oportunidad que la fábrica iba a abrir con todo su personal, pero se había metido un señor llamado Vasena; quien resultó, para decirlo vulgarmente, un chanta. No era un empresario que nosotros esperábamos, porque nos mintió a nosotros, mintió a los trabajadores" (Rosario/12 28-05-10).
Así que Caló se sintió engañado por Vasena. Entre gitanos no nos tiremos las cartas querido Caló. No nos venga a nosotros con el cuentito del engaño porque no se puede esperar nada bueno de ningún patrón y mucho menos de Vasena, sobrino del Ministro de la Dictadura de Onganía (asesina de obreros por cierto) y proveniente de una familia que ya desde principios de siglo como dueña de los Talleres Vasena fue cómplice directa de la masacre de obreros durante la Semana Trágica de 1919.
Y encima el amigo Caló siguió hablando y sostuvo que “apareció un nuevo dueño, un comprador, que la abrirá nuevamente, y su compromiso es tomar a la misma gente que quiera volver a trabajar. Si no estoy mal informado, ya abrieron y están trabajando 30 personas. Y la intención de este nuevo empresario, al cual no conozco, es llevarla a 200 trabajadores".
Clarísimo. Caló, haciendo las veces de vocero de Aros Kim nos comunica, aunque nos jure que no conoce al nuevo dueño, que podrá volver toda la gente que quiera a trabajar, siempre y cuando no sean más de 200. En pocas palabras: la intención del nuevo patrón es que el trabajo que antes hacían 500 obreros lo hagan ahora 200. Mayor ritmo de producción para menos de la mitad de los obreros. Más explotación. Mayores riesgos para la vida del obrero.
A la situación planteada más arriba, no se las enfrenta con esta condescendencia y fe en el patrón.
Y repetimos: estos son sólo ejemplos de nuestra región, el país y el mundo presentan las mismas dificultades para los trabajadores.
En definitiva, la cuestión para decidir el rumbo, es tener en cuenta lo que decimos en nuestro boletín nº 6:
Entonces compañeros ¿que estamos esperando para patear el tablero y dar vuelta la tortilla?. ¿Cuantas penurias más vamos a soportar? ¿Hasta dónde resiste la dignidad obrera si no hay un plato de comida para llevar a nuestras mesas? ¿Vamos a esperar a que un día los patrones se levanten buenos, que alguien se conmueva, que aparezca otro patrón distinto pero igual, qué repartan “equitativamente la riqueza” que nosotros mismos generamos y que ellos se apropian a diario? ¿Que esfuerzo mas tenemos que hacer?
La lista de injusticias es tan larga que no nos alcanzaría este papel para enumerarlas, sin embargo es suficiente un solo día de nuestra vida para darnos cuenta que, vivir para un trabajador es mucho mas que respirar un aire que ya no es gratis.