Toma de fábricas: expresión de doble poder

Toma de fábricas: expresión de doble poder
En los últimos tiempos los trabajadores venimos escuchando sendas declaraciones de organizaciones que se dicen revolucionarias y hasta de burócratas significar con el término toma de fábrica a acciones que poco y nada tienen que ver con el real concepto de esta medida de lucha. Conflictos como los de Mahle o Paraná Metal son un ejemplo de lo antes mencionado. Claro está que los que intentan confundir a la clase obrera conocen muy bien lo que significa y lo que pretenden es agregar una nueva cuota de desconcierto para desvíar a los laburantes de la única alternativa que tenemos para afrontar la sangría capitalista: la organización independiente de gobiernos burgueses, patrones y burocracias traidoras. El hecho de que la toma del lugar de trabajo sea una manifestación aislada de doble poder no les pasa desapercibido a los que parecen o más bien pretenden tirar al olvido los antecedentes gloriosos que la clase obrera ha sabido protagonizar a través de nuestra historia. Es por eso que nos parece necesario volver a aquellas experiencias para echar un manto de luz sobre tantas tergiversaciones. La toma de fábricas como método de lucha puede asestar un duro golpe a los que no pretenden ganar ni un céntimo menos que en las épocas de bonanza capitalista.  Este método es una expresión concreta de doble poder, fruto de la acción decidida de los trabajadores que entienden que con la fábrica en sus manos tienen un elemento de presión muy válido al momento de disputar sus reclamos y reivindicaciones, al poner de manifiesto nuestro poder de obreros se da un paso hacia adelante en la comprensión de que una fabrica se puede poner en marcha sin necesidad de patrones y capataces que nos impongan ritmos de producción. Esto implica romper con la idea impuesta que la propiedad del patrón es sagrada y deja al desnudo el papel del Estado a través de su Ministerio de Trabajo, de la justicia y de sus fuerzas represivas que cumplen la función del perro guardián de los derechos burgueses. Por eso la toma de fábrica es uno de los métodos de lucha más importante de la clase obrera para defender nuestra condición y armarnos de los elementos políticos necesarios para no permitir el avance patronal, preservar nuestros puestos de trabajo y fundamentalmente crecer en conciencia y combatividad. Con esta acción, en que la propiedad privada se ve cuestionada durante el efectivo cumplimiento de la medida, el poder del patrón se ve seriamente limitado, ve relativizado el ejercicio de su poderío sobre la porción de bienes que le pertenece por derecho burgués, mediante la ocupación física del lugar de trabajo la clase trabajadora pone de manifiesto el poder propio y directo que tiene sobre los medios de producción y evidencia el problema de saber de quién es la fábrica, si del capitalista o de los obreros. Además es sabido que lo primero que debe hacerse en una toma es expulsar cualquier destacamento, sean estos parte de la Seguridad o Vigilancia, estén armados o no. No fue otra cosa lo que hicieron los compañeros del Sitrac Sitram en los años 70´ o durante el Villazo, quienes no sólo echaron a las fuerzas de seguridad de las fábricas,  expresando así que eran ellos los que mandaban allí mientras durase la toma, sino que además se dieron cuenta de que sin tomar de rehenes a los directivos de la empresa, sin piquetes de autodefensa, sin rodear los predios con tachos de combustible y miguelitos era muy difícil, casi imposible sostenerla, ya que las fuerzas represivas del Estado podrían reprimir con facilidad. Y si acaso, el PTS o el PO quieren justificarse alegando que esos métodos son ya anticuados y que pudieron haber sido eficientes en aquella época, veamos entonces lo que ocurre hoy en Francia, donde obreros de Sony, Caterpillar, Scapa y 3M tomaron la fábricas con directivos adentro, y aunque sus reclamos no son de los más conscientes, sus medidas de presión fueron efectivas. Es por esto que no entendemos como estas organizaciones pueden hablar de “toma” u “ocupación”, cuando la Policía Federal nunca abandonó las instalaciones de la planta de Mahle, y encima a esta fuerza se suma la presencia de Infantería.