Nosotros los trabajadores, los que con nuestro esfuerzo físico e intelectual creamos todas las riquezas y bienes materiales y espirituales, no podemos ni debemos seguir así.
Explotados en jornadas agotadoras, con salarios de hambre, con contratos precarios, sin estabilidad laboral, con millones de compañeros desocupados, sin garantías de salud, educación y trabajo para nosotros y nuestros hijos.
La reestructuración de la sociedad que la burguesía está llevando a cabo, se realiza a costa de nuestro sacrificio, el de los desocupados, los jubilados y los campesinos Sin tierra. A la reestructuración social de la burguesía basada en la acumulación y concentración de la riqueza, nosotros le oponemos la necesidad de reestructurar la sociedad para poner fin al hambre, la miseria, la exclusión social, la marginación.
Los trabajadores, los que con nuestro esfuerzo físico e intelectual creamos todas las riquezas, también podemos, con nuestra lucha, unidad y organización, abrir paso a una nueva sociedad basada en la solidaridad de nuestra clase, en la democracia de los trabajadores, en la igualdad de todos y cada uno de nosotros.
Para nosotros no existen opciones: o nos unimos y organizamos para luchar, o delante nuestro tenemos mayor explotación, inseguridad y desocupación. O luchamos para abrir paso a una sociedad o nuestro destino es ser esclavos o mendigos que dependen del asistencialismo: el bolsón de comida o los infames planes “Trabajar” u otros con que los poderosos pretenden contenernos en la resignación. NI ESCLAVOS NI MENDIGOS, SOMOS TRABAJADORES CON DIGNIDAD.
No nos oponemos a tal o cual aspecto del actual modelo neoliberal. Nuestra oposición se extiende al sistema capitalista en su conjunto, del que este modelo es parte. No habrá jamás un capitalismo humanizado, el capitalismo fue y seguirá siendo salvaje.
Nosotros no luchamos contra la pobreza; pues ello supondría que estamos dispuestos a aceptarla si se atenúan los aspectos más humillantes e irritativos de la misma. Nosotros luchamos contra la riqueza abrumadora, concentrada en pocas manos, luchamos contra la concentración de las tierras, las fábricas, la salud y el saber en manos de unos pocos. No existe otra manera de terminar con la pobreza que liquidar sus causas: la concentración de la riqueza en unos pocos grupos económicos, y su distribución en el conjunto de la sociedad.
Nuestras luchas tienen más de un siglo, hemos sufrido victorias y derrotas. Van desde las primeras huelgas del siglo pasado, la Semana Trágica de 1919, la gran lucha de la Patagonia, la Forestal, las grandes huelgas de los frigoríficos, el Rosariazo y el Cordobazo, el Villazo; hasta las que hoy se expresaron en el Santiagueñazo, Cutral-Co, Jujuy y todo el Noroeste, Tierra del Fuego, nuestro Cordón Industrial de San Lorenzo y Villa Constitución, los paros nacionales y regionales de 1997, la incansable lucha de los jubilados y los desocupados, por mencionar algunas.
También entendemos que demasiadas veces nuestras luchas han sido utilizadas en beneficio de distintas fracciones de las clases dominantes en su disputa por el poder; que nuestros sacrificios han sido instrumentados para engordar proyectos ajenos a nuestros intereses, y que esto hace necesario plantearnos de manera responsable retomar el camino de los primeros militantes obreros, de TOSCO Y SALAMANCA y otros, para conquistar nuestra independencia política como clase frente a las distintas fracciones y variantes políticas de la burguesía.
Compartimos la convicción de muchos compañeros en el sentido de que la burocracia empresarial organizada en la CGT no expresa ni representa los intereses de los trabajadores; es más: afirmamos que actúan entre nosotros como representantes directos de los poderosos, que sus intereses en nada se diferencian de los grandes empresarios: ellos mismos se han transformado en empresarios y socios de los monopolios, integrando sociedades de AFJP y Aseguradoras de Riesgos de Trabajo (ART), con acciones en ferrocarriles, minas, usinas y entidades financieras, etc. Empresarios ricos y corruptos, actúan como tales. A ellos no les reclamamos ni les exigimos que luchen, ni que se pongan al frente de nuestras luchas. Sería como aceptar nuestra derrota antes de comenzar…! A ellos los enfrentamos y convocamos al conjunto de los compañeros a enfrentarlos.
Otros dirigentes que hegemonizan el CTA y el MTA, parecen más interesados en empujar la conciliación con diversas variantes de las clases dominantes, “justicialistas” o “aliancistas”, alentando o firmando “pactos sociales” ¬como en Villa Constitución- y otros compromisos de no luchar, terminando por aceptar las privatizaciones y los cierres de empresas estatales –como la Fábrica Militar de Armas en nuestra ciudad-, ya fuere por no hacer peligrar la “gobernabilidad” del sistema o no “ahuyentar a las inversiones”. Sin embargo, nuestra propuesta creemos que también expresa los intereses y la voluntad de lucha de miles y miles de trabajadores que hoy se encuadran en los sindicatos que integran ambos agrupamientos.
Afirmamos que debemos construir otra Central de Trabajadores, una central clasista e internacionalista, apoyada firmemente en nuestros propios intereses y objetivos, que se base en una forma de sindicalismo, no adaptado a las leyes y reglamentos que implementan los gobiernos para convertirlo en un instrumento de sus intereses opuestos a los de los trabajadores; sin estatutos sindicales proscriptos, con rendición de cuentas y revocabilidad de los mandatos, con democracia interna y representación proporcional en las conducciones, con asambleas generales de trabajadores como instancias supremas de decisión. Partimos del principio de que las organizaciones obreras sólo pertenecen a los trabajadores, no a los patrones ni al Ministerio de Trabajo. Por lo tanto somos nosotros quienes debemos determinar cómo y para qué debemos organizarnos.
Entendemos que esta nueva central clasista e internacionalista será el resultado de un proceso, que deberá basarse en un crecimiento de nuestra propia conciencia, en luchas y debates recorriendo distintas y múltiples formas de organización, que debemos partir de los problemas concretos y cotidianos que padecemos: la lucha contra la flexibilización laboral, por la reducción de la jornada de trabajo, por aumento de salarios y jubilaciones, contra los contratos “basura”, contra los despidos y cierre de empresas, por la defensa de la salud y la educación, contra la desocupación, la represión, el pago de la deuda externa, etc. , sin perder de vista nuestros objetivos como clase a más largo plazo. En este proceso, iremos construyendo la propuesta política, económica, social y cultural que sea capaz de aglutinar junto a nosotros a los compañeros desocupados, a los jóvenes, los jubilados, los campesinos pobres y a los intelectuales que se identifican con nuestras luchas.
Para avanzar en esta dirección les formulamos a todos los compañeros con conciencia de nuestros propios intereses como clase, a los compañeros anti burocráticos, a aquellos que no se resignan a ser furgón de cola de ninguna fracción o variante política de la burguesía, a encarar un proceso de debate tendiente a la creación de un instrumento de unidad, organización y coordinación de los trabajadores a nivel nacional.
Hacemos esta propuesta con el ánimo de unir al conjunto de nuestra clase, para encarar en mejores condiciones las actuales y futuras luchas, que deberán extenderse y elevarse a un nivel superior en todo el país si no queremos que la ofensiva del capitalismo empeore aún más nuestra situación, para unificar y coordinar las acciones e impedir que nos sigan dividiendo y fragmentando.
Proponemos este camino y creemos que somos muchos más quienes están dispuestos a abrirlo y ensancharlo, con ardiente paciencia. Porque como en otros tiempos de lucha lo dijera el poeta Antonio Machado, hoy como ayer: “se hace camino al andar”.
Rosario, julio 1998.