La creación y aparición de las ART desde mediados de la década del 90 representan para nuestra clase un retroceso. Son todo un símbolo de la traición de la burocracia sindical y un avance de las patronales sobre nuestros derechos más elementales. Por una parte fueron creadas para deslindar de toda responsabilidad a las patronales. Cualquiera de nosotros sabe el vía crucis que significa, cada vez que tenemos un accidente, peregrinar por oficinas, médicos, sanatorios, papeles. Y sobre todo dar mil y una explicaciones, la humillación de repetir hasta el hartazgo cómo fue, dónde, a qué hora, si hay testigos, si no hay testigos, si cumplimos con las normas de seguridad, si no las cumplimos, edad, fecha de nacimiento, puesto de trabajo, numero de legajo, etc., etc.…Y por supuesto siempre es culpa nuestra, así nos dicen que los accidentes de trabajo son producto de fallas humanas, nunca una máquina obsoleta, un edificio que se cae a pedazos, elementos de seguridad truchos o inexistentes, la multiplicidad de tareas y tantas otras cosas que conocemos y que si las enumeráramos no nos alcanzaría este papel, pero debe quedar claro que ningún accidente en ocasión de trabajo es nuestra responsabilidad. Son las patronales asesinas las que nos imponen condiciones miserables de vida y también de trabajo que determinan que cada vez seamos más los enfermos, mutilados y muertos en el trabajo.
Entonces para estos degenerados cada parte de nosotros tiene un precio de antemano. Por ejemplo, el dedo índice vale menos que el pulgar, y hasta la vida misma tiene un tope con un valor determinado que no se puede sobrepasar.
Pero como decíamos anteriormente, este sistema perverso, pergeñado entre patrones, gobierno y burocracias; que se sustenta en las ART, vino a liberar de culpa a las patronales frente a los trabajadores, tercerizando la culpa y generando un negocio fabuloso, basado en la usura y el abuso.
El tema es que no se contentan con lo que hasta ahora han logrado y van por más. En estos días están discutiendo un proyecto de ley que Cristina aprobará después de Octubre, donde se plantean terminar con lo que ellos llaman la industria del juicio. Resulta ser que parece que les quedó un bache en aquella ley de riesgos del trabajo del año 95. En realidad la industria del juicio no es ni más ni menos que el ejercicio del derecho de cualquier trabajador a reclamar por la vía judicial un resarcimiento superior al que las ART ponían como tope, porque se podía aludir que esa indemnización no cubría el daño moral.
Para las patronales hay que modificar esa parte de la ley que habla de la cuestión moral y la Kirchner les va a conceder ese favorcito, porque en definitiva lo que está en juego es la ganancia capitalista, por lo que la vida y la salud de los trabajadores para ellos no tiene ninguna importancia.
Si avanzan es porque no encuentran ningún impedimento. En la misma mesa se sientan los patrones, el gobierno y los burócratas sindicales que ya dieron su consentimiento para dar curso a las modificaciones.
La cuestión es que cada avance patronal es un retroceso para la clase y ahí está nuestro problema: si consiguen esto, cada vez van a querer mas.
Las ART son un problema que hay que combatir con la misma fuerza que a las patronales, porque nadie nos puede venir a decir a los trabajadores cuanto vale nuestra salud y nuestra vida. Desde ya que valen mucho más que la de cualquier chupa sangre que se enriquece a costilla nuestra. Por lo tanto no hay ART que valga ni modificación que sirva ya que está todo mal de raíz.
Estamos hartos de que nos traten como a animales, de ser las mercancías de un patrón. Hay que luchar para recuperar nuestras conquistas perdidas e ir por más.