Boletín del PLENARIO OBRERO Y POPULAR - Nro 5

Boletín del PLENARIO OBRERO Y POPULAR - Nro 5
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Para los trabajadores, la vida es una cadena de problemas que parecen nunca tener fn. Primero, conseguir un laburo aceptando condiciones que de entrada nomás, ya sabemos que no es lo que necesitamos y merecemos, diciendo incluso “por lo menos estoy mejor que aquel”. Y luego todo el resto de los eslabones que nos rodean el cuello. Pagar un alquiler o comprar una chapa, mandar los pibes a la escuela, tener atención médica, parar la olla, pagar la cuota de una motito para zafar del colectivo, etc., etc., etc. Cualquier obrero que mire para atrás en su vida verá los innumerables conflictos que tuvo que pasar para llegar al día de hoy y, mirando a los costados, verá que todo sigue igual.

Enfrente están los patrones, esos tipos y sus familias que planifcan y organizan cuán miserable será nuestra vida. Al lado de ellos están los gobiernos, que aunque a veces parezca que son algo distinto, que se pelean incluso, son los que hacen que en la sociedad en que nos paramos ellos sean los ricos, muy ricos o degeneradamente ricos y, nosotros, pobres o un poco más que eso.

Y para que nosotros nos creamos acompañados como se acompañan ellos en sus intereses, nos ponen a nuestro lado a tipos como Moyano o Yasky y todos los traidores como ellos. Nos enseñan desde chiquitos que con sus sindicatos van a defendernos y luchar por nuestros derechos.

Pero los trabajadores no comemos vidrio y sabemos que cuando las soluciones vienen de manos encremadas, las nuestras terminarán con más callos aún. Es acá cuando empezamos a buscar otras alternativas y nos miramos entre nosotros y vemos a compañeros que nos hablan de lucha antiburocrática, antipatronal, combatividad, organización de base y una serie de cosas que harían que la cosa cambie. Y allá vamos, los seguimos, votamos, apoyamos y, en defnitiva, confamos porque sabemos que lo que dicen está bien.

A poco andar, las expectativas que crean estos otros tipos se chorrean como el sudor debajo de nuestras camisas. En uno de los principales confictos en el marco de la crisis, el de Kraft-Terrabussi, la dirección de la lucha no la tenía ni la CGT ni la CTA. La vieja y nueva burocracia sindical estaba desplazada por una dirección autoproclamada de izquierda. ¿Y qué hicieron las organizaciones del PCR-CCC, el PTS, PO o MST? En resumidas cuentas, sin dar mayores precisiones de lo que todos conocemos y tuvo carácter público, se arrastraron ante todas las dependencias estatales y las disposiciones que operaban a favor de la patronal, ya sean éstas la policía, los tribunales, el Ministerio de Trabajo o la gobernación. Es decir, llevaron el punto de vista proletario, sus intereses, a las jaulas de los explotadores. Así por ejemplo, no fueron capaces de ofrecer la más mínima resistencia durante el desalojo de una policía que demostró desorganización, baja moral y una operatividad que de haber tenido algo enfrente, hubiera peligrado su efcacia. Se subordinaron y acataron hasta la última orden judicial de unos tribunales que lo único que les faltó para demostrar su cipayaje era escribir las mismas en inglés. En el Ministerio de Trabajo, esa dependencia cuyo fin último es garantizar los intereses patronales simulando “neutralidad”, dieron lugar y admitieron la presencia de un cadáver como Rodolfo Daer; burócrata traidor que ya había sido rechazado por los trabajadores con anterioridad. Y así todo.

Lo que queda claro de este conficto así como todos los que se vienen dando en el marco de la crisis capitalista, es el agotamiento de la política de estos sectores de izquierda que no han contribuido en nada para, como ellos dicen, “que la crisis no la paguemos los trabajadores”. Muy por el contrario, derrota tras derrota, son miles los trabajadores y sus familias que van quedando en la banquina de las migajas capitalistas sin que al menos exista un proceso de acumulación de combatividad, decisión, conciencia, etc. que nos permita enfrentar el saqueo de los ricos en otras condiciones y así transformar los confictos en verdaderas luchas.

Huelga decir además, que estos sectores no actúan de esta forma por equivocación, sino que lo hacen por convicción, por el conjunto de ideas que sostienen y llevan adelante y que son las que siempre se han opuesto al clasismo.

No podemos entonces pedirles o esperar que sean ellos los que cambien la situación a favor de toda la clase, sino que es tarea de los trabajadores consientes, de las organizaciones obreras, populares y revolucionarias que sostengan en la práctica el clasismo las que darán el paso decisivo para que les hagamos pagar la crisis, y todas las que nos deben, a las patronales y sus gobiernos.

En síntesis, no es de la mano de los traidores de siempre ni de los que en nombre de los trabajadores concluyen en una misma práctica que encontraremos la salida. Su ocasional preponderancia numérica y presencia en el país no puede hacer desviar nuestra acción en llamados de unidad con ellos. Todo lo contrario. Porque cuando se nos lleva con nuestras familias a la miseria, cuando cada vez que levantamos los brazos nos terminan bajando los pantalones, entre todos esos tipos y cada trabajador, hay algo personal…

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