Documento 1° de Mayo 2017

 

Lunes 1° de Mayo a las 11 hs.
Acto en Plaza Lopez

Lugar en que, el 1o de Mayo de 1890, se
realizara uno de los primeros cuatro actos en
Argentina, junto a los de Buenos Aires, Bahía
Blanca y Chivilcoy.

Pellegrini y Laprida
- Rosario -


Desde el Congreso Obrero y Socialista de París en 1889, el movimiento obrero ha recorrido un camino que muestra un mapa de relieve muy complejo, afrontando tanto las cuestas arriba como los descensos impiadosos producidos a manos de los capitalistas y sus servidores de toda laya.


Ni que hablar de décadas anteriores en que, por citar una referencia ineludible, la Comuna de París, significó un ejemplo inigualable para los obreros del mundo y los revolucionarios que aprendieron de su corta existencia tanto como de sus precedentes preparatorios y su posterioridad -iniciada tras la masacre de quienes llevaron adelante mucho más que una insurrección, mucho más que las rebeliones atadas a los intereses de la burguesía, porque concretaron por primera vez una revolución que expuso a los ojos de todos los proletarios la experiencia concreta de un Estado Obrero, por muy rudimentarios que fuesen sus resultados.

 

París volvió a ver, luego de casi 20 años, una congregación de representantes mundiales que lanzaron un claro manifiesto en el que las reivindicaciones obreras fueron puestas en el justo sitio en que los revolucionarios saben ubicar aquello que ya dijera Marx en el Manifiesto Comunista de 1848 respecto a tales exigencias obreras: “Los obreros empiezan a coaligarse contra los burgueses, se asocian y unen para la defensa de sus salarios. Crean organizaciones permanentes para pertrecharse en previsión de posibles batallas. De vez en cuando estallan revueltas y sublevaciones. Los obreros arrancan algún triunfo que otro, pero transitorio siempre. El verdadero objetivo de estas luchas no es conseguir un resultado inmediato, sino ir extendiendo y consolidando la unión obrera.


El Manifiesto convocando a la jornada mundial del 1º de Mayo, tiene muy en cuenta esto que todos los obreros registran en su memoria de clase pero que muy pocas veces se pone negro sobre blanco en escritos destinados a formar el entendimiento para avanzar en la práctica. Incluso hoy en día se proclaman triunfos y victorias en los conflictos, olvidando tan elemental como sabio recordatorio que los limita a un episodio dentro de la tragedia humana de la esclavitud asalariada. Por aguafiestas que parezca hay que señalarlo tajantemente si es que se trabaja Para hacer que el tirano caiga y el mundo esclavo liberar, y que se cumpla el mandato ¡Legión esclava en pie a vencer!. El mundo va a cambiar de base. Los nada de hoy todo han de ser, tal cual lo dice nuestro himno, La Internacional.


Y porque aquella convocatoria, lanzada hace ya 130 años -nada menos- tal como lo decimos lo tenía muy en cuenta, hacemos hincapié en dos cuestiones:


La primera es que

El Congreso resuelve y reconoce como de absoluta necesidad:

1° Crear leyes protectoras y efectivas sobre el trabajo para todos los países, con producción moderna. Para fundamento de lo mismo considera el Congreso:

Limitación de la jornada de trabajo a un máximum de ocho horas para los adultos,

Prohibición del trabajo de los niños menores de catorce años y reducción de la jornada para los jóvenes de ambos sexos de 14 a 18 años.

Abolición del trabajo de noche, exceptuando ciertos ramos de industria cuya naturaleza exige un funcionamiento no interrumpido;

Prohibición del trabajo de la mujer en todos los ramos de industria que afecten con particularidad al organismo femenino.

Abolición del trabajo de noche de la mujer y de los obreros menores de 18 años;

Descanso no interrumpido de treinta y seis horas, por lo menos cada semana, para todos los trabajadores;

Prohibición de cierto género de industrias y de ciertos sistemas de fabricación perjudiciales a la salud de los trabajadores;

Supresión del trabajo a destajo y por subasta;

Inspección minuciosa de talleres y fábricas por delegados remunerados por el Estado: elegidos, al menos la mitad, por los mismos trabajadores.

2° El Congreso reconoce y declara que es preciso fijar todas estas medidas por leyes o acuerdos internacionales, y pide, a la clase obrera de todos los países del mundo el iniciar, por los medios que les sean posibles, estas protecciones y de velarlas;

3° Fuera de esto, el Congreso declara: “Es obligación de todos los trabajadores declarar y admitir a las obreras como compañeras, con los mismos derechos, haciendo valer para ellas la divisa: Lo mismo por la misma actividad.

4° Para lograr esto, el Congreso considera la organización de la clase obrera por todos los medios que sean posibles, y también la manera de verificar las pretensiones para la emancipación de la clase obrera, para lo cual reclama: La entera libertad de coalición y conciliación.

Todo ello tiene una absoluta vigencia hasta el día de hoy y sin pecar de agoreros ni por una palabra, podemos vaticinar que en particular en Argentina, se registra ya una situación que con el agravamiento acelerado de las condiciones de vida de los trabajadores, ante una ofensiva capitalista para imponer una superexplotación sin límite, acentúa la importancia de tal vigencia.

Y como lo señalamos, porque en el sistema capitalista “Los obreros arrancan algún triunfo que otro, pero transitorio siempre...”, es que debemos plantearnos la segunda cuestión.

Si valoramos sin retaceos las reivindicaciones planteadas, si consideramos con el entusiasmo de lucha que se reclama al ser planteado por el Congreso esa colección de reclamos que hoy en general se conocen como “pliego”, no podemos cercenar de él la rigurosa advertencia histórica a la que lamentablemente tan poca importancia se le ha dado, llegándose hasta el ocultamiento, no ya por parte de los partidos y gobiernos burgueses, sino de organizaciones obreras que se dicen inspiradas en el socialismo revolucionario. Y es la que se encuentra a renglón seguido del pliego:

Trabajadores: Como veis, todas estas resoluciones tienen por objeto, no los fines últimos, sino los próximos de nuestras aspiraciones: disminuir la miseria social, mejorar nuestra suerte dura, resoluciones que se han tomado, sin duda en la persuasión de que la emancipación social definitiva, por su dependencia de la evolución de la sociedad, de la inteligencia de las masas y de las fuerzas de nuestros adversarios capitalistas, precisará aún bastante tiempo de preparación y lucha, y de que el mejoramiento de la situación del proletario significa además una fortificación para la lucha y una garantía para la victoria definitiva.

En una palabra: el 1º de Mayo no es una fecha para simplemente confirmar el pliego, su historia, su valor actual, resaltar su importancia, actualizarlo, explicitarlo, completarlo con precisiones que el tiempo y lugar aconsejan, etc. etc.

Es una fecha para tener presente ese magnífico párrafo que supera la ineludible necesidad de reclamar contra nuestra suerte dura, y a conciencia, para que no pasemos otros casi 130 años reclamando lo mismo frente al mismo enemigo que por ahí suelta una concesión porque tiene condiciones para acceder según su conveniencia y situación del sistema y por ahí nos priva de todas las “conquistas”, también según sus propias necesidades; para que no nos arrastremos por la Historia eternamente como lo aconseja la dominante clase capitalista; ese magnífico párrafo en suma, advierte sobre los límites del pliego.

La consecución de algunos o todos los puntos del mismo no acarreará más -ni menos- que el mejoramiento de la situación del proletario, lo que significa además una fortificación para la lucha y una garantía para la victoria definitiva.

Y seamos claros: tal fortificación para la lucha y una garantía para la victoria definitiva no se deben entender como que la victoria definitiva se construye con un sucesión de conquistas que consisten en el logro de algunos o todos los puntos planteados en el pliego, sino en el duro trabajo que requiere “...la emancipación social definitiva, por su dependencia de la evolución de la sociedad, de la inteligencia de las masas y de las fuerzas de nuestros adversarios capitalistas.”. Es decir, una tarea política de construcción del Partido Mundial de los trabajadores, de sus secciones nacionales y de la defensa a hoz y martillo de los principios del socialismo científico como guía para la acción.

El reformismo hizo enormes esfuerzos por dejar de lado la lucha política y volcar el derrotero de la clase obrera hacia la suma de “conquistas” o reformas de modo tal que la “victoria definitiva” vendría a ser la confirmación de la dictadura capitalista bajo la forma democrático burguesa, pero con sus garras con las uñas cortadas, sus garrotes de menor tamaño, sus brazos armados “educados para la convivencia democrática”, sus leyes de protección laboral más extendidas, sus instituciones más condescendientes con la “suerte dura” de los trabajadores, en fin, lo que hoy llaman luchar contra el “capitalismo salvaje” para que se perpetúe la explotación pero con rasgos de “capitalismo más humano”.

En consonancia, como no se trata de preparar en cada lucha, en cada acto, una resistencia frontal al capitalismo, según los reformistaas los métodos de la clase obrera deben amainar en su ímpetu y descartar -en contradicción con lo que dice la convocatoria del Congreso Obrero- que se procuren los objetivos, incluso parciales, “por los medios que les sean posibles”.

Esta claro que en esta razzia del reformismo caen hasta los Mártires de Chicago que hoy homenajeamos.

No en vano las invocaciones de mayor circulación y con mayor acento, son las referidas a su “inocencia”. Es decir, el acento está puesto en que fue un juicio amañado en que las condenas capitales eran el objetivo y el cumplimiento de las mismas un resultado sobreentendido. Esto estaba definido con toda precisión por Engels unos cinco años antes del juicio de Chicago y, por repudiable que sea, no se podía esperar menos de “...la institución de una "fuerza pública" ...para tener a raya a los ciudadanos, se hizo necesaria también una policía, como hemos dicho anteriormente. Esta fuerza pública existe en todo Estado; y no está formada sólo por hombres armados, sino también por aditamentos materiales, las cárceles y las instituciones coercitivas de todo género..”. Entre estas últimas se encuentran los Tribunales de la Justicia burguesa.

Repetimos: hoy mismo no se puede esperar algo distinto de los Tribunales cuando están consustanciados con que un caso de especial consideración para el disciplinamiento de los obreros son aquell0s que llegan a ser insurrectos por los medios a su alcance y según lo impongan o aconsejen las circunstancias. A esos no se les perddona nada. Es tan cierto como que hay absoluciones en juicios que no afectan al Estado tan violentamente como otros y entre estos otros, un ejemplo de ellos es la condena y encarcelamiento hasta hoy mismo de compañeros apresados en la pueblada de Las Heras.

Batir el parche sobre la inocencia y hasta considerar que hubo un Gobernador de Illinois, que se llamaba John Peter Altgeld, que debió declararlos inocentes y, no pudiendo remediar las muertes, liberó a los condenados a presidio, es casi una afrenta a tantos obreros bien dispuestos a la lucha hasta las últimas consecuencias que cayeron bajo la garra de los explotadores, como los Mártires de Chicago.

Los obreros de Chicago fueron a la lucha a fondo sin tapujos. Sea quién fuera el “culpable” que los imprimió, la convocatoria a Haymarket fue esta:

 

http://madrid.cnt.es/imagenes/primero-de-mayo/convocatoria-haymarket.png

 

En ella no se hace otra recomendación de cierre que esta:

“Workingmen Arm Yourselves and Appear in Full Force” es decir “Trabajadores, ärmense (para el acto) y presenten batalla con toda su fuerza”

 

La “inocencia” que hoy se proclama tiene un vicio esencial: hacer buena letra con el sistema capitalista que los condenó a los ocho, a cinco los ejecutó y a tres los sumió en sus lóbregas cárceles y luego elaboró la conveniente presentación de una “disculpa democrática” liberando a tres de ellos...luego de 12 años.

No debería ningún obrero consciente quedar preso de este libreto. Lo especial no es acentuar su “inocencia”, sino la acusación de que al ejercicio de la violencia del Estado, que el 3 de Mayo había matado seis obreros y herido a muchos más huelguistas cuando manifestaban frente a la industria McCormick (y volvió a matar en Hydemarket) se le respondió con la justicia armada de los trabajadores.

Desde distintos ángulos se trata de borrar aquella vieja consigna profusamente pintada en los 70: la violencia en manos del pueblo no es violencia, sino justicia.

Pero más allá de esta actitud miserable del reformismo, debe imprimirse claramente que, concordante con esa detestable posición, la retractación de los burgueses tiene como objetivo reafirmar que el sistema está dispuesto a “pedir perdón” si eran buenos y pacíficos, y no valientes armados hasta las últimas consecuencias. De ninguna manera aceptarían los capitalistas que los obreros fueran menos ovejas y más leones.

La retractación y proclama de inocencia de los Mártires de Chicago por parte de la burguesía nos importa un corno, porque lo que se juzgó y condenó allí fue a la Clase Obrera combatiente, insumisa y pensante. Bien lo aclararon los sentenciados con palabras terminantes.

Por eso decimos que las historias que se cuentan están torcidas y mal hacemos si no enderezamos el rumbo y alentamos a los que luchan con la misma virtud proletaria con que lo hacían aquellos heroicos obreros de Chicago, quienes en la práctica concreta daban sin titubeos el primer paso en la organización militar del proletariado consciente y revolucionario: armar a las masas con el deseo de armarse.

Hablando tranquila y doctoralmente, efusiva y ardientemente de la “inocencia” se tira por la borda una de las básicas cuestiones del socialismo, como aquello de El Capital, en que Marx dice “La violencia es la partera de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva.”, (citado como de entrecasa comunmente como “la violencia es la partera de la Historia”).

Y nos preguntamos si no se deshonra a los Mártires de Chicago cuando en nombre del libreto burgués se entierra en lo más recóndito de la literatura aquella protesta enardecida y sangre de nuestra clase que publicó de inmediato August Spies ante la masacre de obreros frente a McCormick: Si se fusila a los trabajadores responderemos de tal manera que nuestros amos lo recordarán por mucho tiempo”. Y claro que se los deshonra!. Y claro también que se abandona el ripio de nuestro camino de la “suerte cruda” para transitar por las alfombras mullidas del confort que provee ser pacíficamente crítico.

Nos quejamos como se queja Lenin en El Estado y la Revolución, de los que reniegan de La necesidad de educar sistemáticamente a las masas en esta, precisamente en esta idea sobre la revolución violenta, es algo básico en toda la doctrina de Marx y Engels.”.

Por eso nuestra honra a los sentenciados en Chicago y en sus historias a tantos otros, se asienta en sus calidades de combatientes y no en su “inocencia” del libreto burgués, escrito para que entren injustamente condenados, pero pacíficos, críticos moderados, literatos pero no más que eso, reinvindicados al fin “limpios” ya de toda violencia.

Estamos obligados a saludarlos con las palabras del Manifiesto Comunista

Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar.

¡Proletarios de todos los Países, uníos! .”

 

Viva el 1º de Mayo Obrero y Socialista.




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